martes, 25 de mayo de 2010

Saturraran, una cárcel que encerraba el horror y la esperanza.

Estrellas que alcanzar / Izarren Argia
La película “Estrellas que alcanzar” (“Izarren argia”) reconstruye una historia real, o mejor dicho muchas historias reales que algunos han querido borrar o simplemente han pretendido que cayeran en el olvido. Se trata de las historias de cientos y cientos de mujeres (casi 5000) que sufrieron en sus propias carnes las vejaciones que en aquella cárcel se practicaban de forma sistemática.

Gran parte de los personajes de la película están basados en personas reales, personas anónimas que fueron encarceladas con la única intención de borrarlas de la memoria. Por esta razón los personajes de la película han sido creados a partir de los recuerdos de aquella generación de mujeres, “incómodas por su ideología”, “su compromiso”, o simplemente por su condición de mujer.
Y es que son muy pocos los que conocen que en la cárcel de Saturraran, anteriormente balneario, y que unos meses antes había servido de cuartel general de los gudaris, se vivieron algunos de los episodios más sombríos de la posguerra, entre los años 1938 y 1944.


El 29 de diciembre de 1937, las tropas de Franco habilitaron el balneario como presidio de mujeres republicanas o simplemente no afines al régimen que se pretendía instaurar. Fue allí donde alrededor de cinco mil mujeres fueron encarceladas sin causa alguna, y donde les privaron de total libertad, llegando a quitarles a sus propios hijos/as para darlos en adopción a familias falangistas, amparándose en la cruel teoría de la “inferioridad mental” del Doctor Vallejo.

Las internas procedían de todos los rincones de la geografía española aunque en su mayoría eran vascas y asturianas ya que fue precisamente la caída de Asturias lo que precipitó su apertura debido al elevado número de mujeres que se apresaron.


Las monjas mercedarias, que se encargaban de la vigilancia de dicha prisión, fueron cómplices del sistema y representaron un eslabón más en la cadena de represión del régimen. Y no han sido pocas las voces que años después, se han atrevido a denunciar los horrores que se vivieron al otro lado de los muros de la prisión. Maltrato físico y psicológico, hambre, muertes de niños y niñas, mujeres… y sobre todo, un trato vejatorio que humillaba día sí y día también a las chicas que permanecían allí encerradas. Se calcula que 177 personas murieron en el centro, entre las cuales alrededor de 59 fueron niños y niñas.

Esa es la historia que se cuenta en “Estrellas que alcanzar” (“Izarren argia”), historias humanas, de reclusas, de madres… que tuvieron que soportar día tras día la peor cara de la guerra; la de aquellas que sobrevivieron porque nunca perdieron la esperanza, la de las que la perdieron y perecieron.

A todas ellas.

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